Una tierra sin corromper

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Nathaniel
Rancho Morning Star, CA
Hace unos ocho años dejé todo lo que conocía en busca de algo mejor, algo más profundo. Tenía dieciocho años y vivía en mi ciudad natal en Puerto Rico. No estaba satisfecho: No sabía que hacer.

Ni siquiera sabía qué era orar, pero en este momento recuerdo haber pedido algún tipo de dirección a alguien o algo más grande que yo.

Finalmente, un día, escuché en mi corazón que necesitaba salir de esta pequeña isla. De alguna manera, sabía que tenía que irme, pero no estaba claro a dónde debía ir. Tenía que haber algún lugar, una solución, una respuesta, algo más. Tenía que existir la verdad en alguna parte. Esperaba y deseaba más significado a mi vida, algún tipo de respuesta, algún tipo de agua que saciara mi sed de la verdad, en especial ciertas cuestiones como: ¿Por qué el mundo es como es?, ¿Por qué existen cosas como el divorcio, corazones rotos, confusión, contaminación, guerra ...?

Todos sabemos que son problemas serios, pero muchas personas no quieren enfrentarlos. Me dolía el corazón de solo pensar en esto, pero sé que pocos quieren admitir la verdad tan obvia, de que las cosas no funcionan y que necesitan cambiar. Algo tiene que suceder. Pero aquellos que preguntan y están dispuestos a buscar respuestas se arrojan en una búsqueda que solo puede terminar en extremismos para aquellos que son sinceros.

Así que me fui.

Al principio viajé a Ohio, EEUU, para trabajar con mi tío. Pasé un tiempo allí con él, primero ayudándolo con su pequeña parcela de tierra, luego en su pequeño rancho en el oeste de Ohio. Pero no pasó mucho tiempo antes de que la realidad comenzara a golpearme, y todos mis sueños de viajar a tierras lejanas para aprender habilidades perdidas hace mucho tiempo comenzaron a alejarse cada vez más de mí. ¿Me quedaría en esta pequeña granja para siempre? ¿De esto se trataba la vida?

Un día, por causa de la frustración, seguí a mi tío a la boda de su amigo en Washington, DC. Fue allí donde decidí que me iría y viajaría, trabajaría, ahorraría algo de dinero y finalmente iría a Tailandia. Mi amigo me recogió en Washington DC y nos fuimos a Virginia. Planeamos caminar por las montañas Apalaches y después reunirme con mis amigos en algún lugar de Washington. Compramos comida, empacamos las maletas excursionistas y nos fuimos a dormir. Pero mientras estaba acostado allí no podía dormir, porque estaba muy abrumado en mis pensamientos. Me dolía el corazón cuando mi amigo me dijo que estaba tomando una desición equivocada. De alguna manera me estaba comprometiendo. Estaba siguiendo mis buenas ideas y no a mi corazón. Tan pronto como me decidí a volver con mi tío, me quedé dormido.

Regresando a Ohio, continué mi búsqueda. ¿Pero qué es lo que realmente quería? Había soñado con establecerme en la Tailandia rural, donde podría aprender a cultivar con un auténtico agricultor tailandés, y aprender a amar de los verdaderos budistas en el templo local. En este punto, mis sueños se sentían muy lejos. Sentía como si lo que estaba experimentando fuera la oposición de una fuerza mucho mayor que yo. Sabía que en algún lugar en el fondo, en ese lugar llamado corazón, tenía que haber más en la vida, algún tipo de verdad que apagara mi sed, respondiera a todas las preguntas, un lugar que sería suficiente para siempre. Simplemente no podría ser posible que nunca lo encontrara. Tenía que haber algo. Entonces seguí a mi corazón.

Pero al hacerlo vino mucha confusión. En un pequeño muelle detrás de una cabaña en la que me estaba quedando, grité: "¿Dónde está? ¿Dónde está? ¿Dónde puedo encontrar la salida?" Lo iba a encontrar. Tenía que hacerlo o sino, moriría, o al menos algo en mí tendría que morir. Tendría que comprometer a mi corazón. Pero eso no podía siceder.

Mucha gente ha comprometido sus corazones. Cedieron al sistema, a una idea, a una religión. Se rindieron, se rindieron a lo barato, quedaron satisfechos con lo que no satisface, se convirtieron en parte de lo que al principio odiaban, se convencieron y se dijeron a sí mismos: "estaba bien". ¡Pero no! ¡No puede ser! Tiene que haber algún lugar, algo, un lugar donde no nos corrompamos, donde todo lo que alguna vez soñamos o deseamos en el fondo, en lo más profundo de nuestro ser, pueda ser posible vivirlo, estar totalmente satisfechos en todos los sentidos. Debe haber algún lugar en donde nunca volveremos a tener sed y lo que deseemos sea algo diferente, algo más, porque es el final, la respuesta, el cumplimiento de la verdad, lo que nos hace libres.

Cuando Ohio se enfriaba, el otoño me sobrevinó, y con él la realidad de viajar a lugares lejanos, todavía como un pensamiento a largo plazo. Decidí viajar a California para poder seguir aprendiendo a cultivar durante el invierno. Iría allí como WWOOFer (trabajadores voluntarios en granjas ecológicas/orgánicas), lo que significaba trabajar en granjas a cambio de comida y un lugar para quedarse.

En el camino me detuve en Illinois durante la boda de mi primo y para reunirme con mis padres. Pensé que sería diferente después de todos los viajes, las experiencias, estar lejos de ellos. Seguramente yo había cambiado. Entonces, un día antes de la boda, cuando mi padre y yo dimos un paseo por el campo, tuvimos una gran discusión. Me rompió el corazón. Me enfrenté a la realidad de mi condición. Mi problema estaba adentro de mí.

Viajar no lo solucionó, o tener experiencias diversas. Era algo mucho más profundo que no podía cambiarlo yo solo. Me senté durante toda la boda bajo una pequeña sombrilla reflexionando: "¿Qué debo hacer? ¿Y ahora qué sigue?"

Seguí viajando a California, pero las cosas eran diferentes ahora. No tenía muchas esperanzas en mis viajes o en poder realmente cambiar. ¿Era esto? Visité una pequeña granja cerca de San Diego, me quedé allí un par de semanas. Esa grnja era de la pareja con la que me quedé cuando escuché por primera vez sobre el Morning Star Ranch.

Recuerdo mi primera visita, subiendo por el camino de entrada a la granja. Yo había llegado al final de mis propias fuerzas, como alguien que había corrido una carrera, pero no la había ganado. Estaba cansado. Venía solo para conocer el lugar, solo para conocer a una comunidad. Todos los pensamientos y preocupaciones que todo mundo imagina al visitar una de estas comunidades pasaron por mi cabeza. Pero lo que vi fue hermoso. Vi gente barriendo debajo de su mesa después del almuerzo, vi que eran personas reales, pidiendo perdón por el mal que hicieron. Fue increíble. Había algo diferente aquí.

Me encantó.

Me encantó hablar con la gente sobre cosas reales y cómo todos siempre tenían una respuesta. No importa qué, siempre había una respuesta. La satisfacción era real. Me senté a almorzar y escuché la verdad. Trabajé en la huerta y escuché la verdad. La verdad que escuchaba hacía eco allí en el corazón. Era el mismo sonido que mi corazón siempre hacía. Coincidió. Era como si esta gente tuviera el mismo corazón, como si todos tuviesen el mismo llamado y estuviesen dispuestos a renunciar a todo para seguir tal llamado; para vivir de acuerdo a él. Escuché historias de personas allí que eran muy similares a las mías. Era como si pudiera haberles dicho yo mismo. Habían reunidas ahí, gente de todos lugares. Todos tenían la misma historia: una de búsqueda, esperanza, llanto, dolor ... Era tan hermoso. Era innegable.

Me enamoré de la vida que vi. Comprendí que todo por lo que pasé había sido orquestado por un poder mucho más grande que yo, que me habían traído aquí, guiado aquí desde muy lejos, desde la pequeña isla donde me senté en la cima de una montaña llorando, sabiendo que tenía que haber algo más. A menudo miraba al mar después de la escuela, mirando a lo lejos. Insatisfecho. Hambriento Traté de encontrar algo de satisfacción en la naturaleza.

Finalmente, fui llevado a un lugar en el que al fin podría calmar la sed de mi alma. Desearía que todos pudieran entender el alivio. Era como si hubiera estado atrapado toda mi vida dentro de mí, buscando desesperadamente, clamando por alguien que me abriera la puerta. Estuve gritando por dentro la mayor parte de mi vida.

Sí, me divertí mucho. Sí, hice muchas cosas. Sí, a veces se sentía bien. Pero en el fondo, en ese lugar llamado corazón, lloraba, clamaba. "¡Abran la puerta! ¡Por favor! ¡Alguien, abran la puerta!" Pero cuando llegué a la granja fue como si esa puerta se abriera y entrara la luz ... Pude ver que estaba bastante fuera. Había árboles, hierba, sol, un cielo azul ... Pero más que eso, había una verdad que refrescó y dio satisfacción a mi alma.

Me di cuenta de que había un Creador que me había traído aquí, y que durante toda mi vida, permitió que ciertas cosas sucedieran de la manera en que lo hicieron. Me dio padres, padres maravillosos que me dieron lo mejor que sabían. Me protegieron lo mejor que pudieron, incluso manteniendo la televisión fuera de nuestra casa para preservarme más limpio. Sé que nuestro Creador me protegió durante toda mi vida y me sacó por Su gran bondad.

Entonces entendí que el único Dios verdadero, el que nos creó a todos, había provisto una salida; y que hubo un hombre que vivió toda su vida como un cordero limpio e inmaculado, que sufría todos los días por no pecar, por no caer, por caminar perfectamente, sin mancha delante de nuestro Padre, por estar limpio, para poder escuchar la voz  de Dios a fin de tener la verdad para otros, para que nuestro Padre Celestial pudiera usarlo para restaurar a su pueblo nuevamente. Él llegaría a ser un sacrificio por los pecados de aquellos que lo obedecerían. Entendí en el fondo que esa era la única forma, y ​​que había hecho todo esto porque nos amaba, porque quería que todos descubrieramos lo que él tenía con su Padre, que tuviéramos la verdad, que pudiéramos saberlo. ser capaces de ser agradables a los ojos de nuestro Creador, tal como un hijo cuya paz se encuentra en hacer lo que a su Padre le complace.

Y respondí con mi corazón e hice una alianza con Él, el único Dios verdadero y Su Hijo, Yahshúa. Hice un voto para vivir el resto de mi vida en hacer lo que Él quería que yo hiciera, hacer lo que le agradara, y que caminaría lo mejor que pudiera para ser como su hijo, y arrepentirme cuando no lo hiciera. Esto fue todo lo que pude hacer. ¿Qué más podría hacer después de comprender en mi corazón que Él me había traído hasta aquí y había provisto una forma de ser libre para poder amar? Entonces di mi palabra. Di mi vida en respuesta a su amor, ahora viviría para que Él pueda tener lo que se merece.

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