El efecto de nivelación

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Existe un principio maligno operando en esta sociedad occidental actual. Nosotros lo llamamos nivelación.

A pesar de que los síntomas de este mal se han visto en el pasado, sabemos con seguridad que ha alcanzado su punto más alto durante nuestra generación. Este principio puede tomar lugar únicamente cuando los individuos de una sociedad han perdido su pasión y vitalidad; se han vuelto incapaces de decir o hacer cualquier cosa opuesta a la norma NIVELADA. Eventualmente, robará la vida misma del individuo. Ya no podrá permanecer firme en nada, incapaz de hablar sobre cosas profundas de su propio corazón, e incapaz de “tener dominio” sobre nada, siendo completamente dominado y manipulado sin siquiera darse cuenta.

Arrullado para creer que está satisfecho y contento en un estado nivelado de vacío, de la nada. Ya no tiene el potencial para llegar a ser para lo que fue creado; se encuentra completamente entumido, en especial en relación a su necesidad de salvación. Colocar al hombre bajo este estado mental es la meta de la obra del maligno.

La nivelación del individuo comienza a temprana edad, durante la niñez, cuando su mente joven busca y “estira la mano” a todo lo que percibe. En esta era presente, la herramienta más eficaz para doblegar a un niño es televisión, la inocente televisión. En generaciones pasadas, el poder destructivo nivelador se podía ver principalmente en la prensa o imprenta. Era el único “medio de comunicación” con el poder para influenciar y por ende nivelar a la sociedad.

Ciertos individuos conocedores como Soren Kierkegaard (de quien se han tomado algunos conceptos para este artículo) observó completamente lo que la prensa era, y la denunció. Si hombres como Kierkegaard hubieran vivido en nuestros días, para ver la destrucción magnificada de la sociedad por medio de la televisión y los otros medios modernos; se hubieran quedado pálidos.

Todo en un día de trabajo

Hoy en día los “padres amorosos” ponen al pequeño “Carlitos” frente al televisor a la edad más temprana posible. ¿Y quién sabe? A lo mejor se tranquiliza mirando sus colores e imágenes en movimiento. De ahí en adelante “Carlitos” ya no será un problema. Ya no se la pasará buscando cosas y tratando de cogerlas, en su lugar se sentará y mirará calladamente. Todas sus pasiones han sido saboteadas y redireccionadas a meras gimnasias mentales. Al cabo de varias horas embobado a la caja de plástico, el pequeño cae rendido y se duerme, exhausto por su día agotador de “actividad inactiva”. A medida que "Carlitos" crece, este proceso se sofistica y va marcando más y más su personalidad.

Quizás “Carlitos” hubiese llegado a ser un zelote apasionado, luchando para satisfacer un deseo dentro de sí por justicia en la tierra. Él ve toda la injusticia a su alrededor durante los años de su juventud, y le hubiera entristecido tanto que al entrar a la mayoría de edad, hubiese sido movido por su corazón, ardiendo por tomar acción contra tal injusticia. Pero no será así. Todo ese “fuego” en “Carlitos” ha sido sofocado “adecuadamente” a través de incontables horas de historias de aventura, ciencia ficción, historias eróticas de "amor", horrorosos episodios de violencia, sin olvidar mencionar las mucho más largas horas viendo comentarios de noticias internacionales y deportes. Todo junto, ha dejado a “Carlitos” con una pesada masa de hechos y ficción combinada, sin vida propia. Por la noche, “Carlitos” se mete a la cama, satisfecho por haber escalado el Monte Everest, a través de alguien más, también por haber matado a tres atracadores de bancos, juzgado y condenado a muerte al soldado que desertó de su puesto en medio de una sangrienta batalla; y para finalizar, por haber ganado $10,000 dólares respondiendo la pregunta que había dejado frustrados a todos los demás concursantes del último show de preguntas en vivo. Bostezando, se queda dormido y sueña con otro día lleno de retos como el que acaba de pasar, al cual sobrevivió.

En realidad, todo ocurrió mientras “Carlitos” se sentaba pasivamente en su sofá enorme, acolchonado y cómodo; masticando esas patatas fritas que compró cuando fue convencido durante los comerciales. “Carlitos” nunca hizo nada de eso. Su propia voz fue silenciada a una edad muy temprana. No se le considera como una amenaza para la norma nivelada, al haber sido moldeado inconscientemente al patrón de la edad presente.

Pero hay algo que lo irrita en gran manera. Cuando escucha de alguien que ha hecho algo que él considera “radical”. Le molesta tanto ver que alguien adopte una posición contraria a la norma NIVELADA. Sin importar si esa posición parezca tener razón o no. Lo que le irrita es el hecho de que alguien ha tenido las agallas para no estar de acuerdo con la norma NIVELADA. “Carlitos” ni siquiera se da cuenta porqué le molesta de esa manera.

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