Traspasando los límites

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Génesis 11:4 nos cuenta sobre el primer intento de crear una cultura global:

“Entonces dijeron: Vallamos y construyamos una ciudad, y una torre, cuya cúspide llegue al cielo, y hagamosnos un nombre; no sea que seamos esparcidos sobre la faz de toda la tierra”1

El Creador de toda la humanidad sabía que todavía no era el tiempo para que las naciones de la tierra se unieran en un orden social. Por eso las dividió confundiendo sus lenguajes en la torre de Babel. Dios vio que no se mantenían en los límites de la conciencia y necesitarían límites más severos para evitar que se destruyesen a sí mismos. Así que los separó en naciones distintas y llegaron a convertirse en culturas distintas, cada una con formas propias, tradiciones, lenguaje y fronteras. En cada nación, los individuos tendrían mejor oportunidad de escuchar la voz de su conciencia y la voz de la creación hablándoles. Por medio de ello les sería posible ver su necesidad por su Creador y encontrar un camino de vuelta hacia Él.

Miles de años más tarde, el apóstol Pablo confirmó la sabiduría de Dios diciendo:

“Dios de uno hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la faz de la tierra, habiendo determinado sus tiempos señalados y los límites de sus moradas, para que buscaran a Dios, si quizás, pudieran hallarle, aunque no está lejos de ninguno de nosotros;”2

Dios vio lo que el pecado había causado a la raza humana; los asesinatos, la arrogancia, el orgullo egoísta en los hombres; y lo que hubiera pasado si Dios hubiese permitido que moraran en un solo lugar, con una misma mente.

A pesar de que construir la torre parecía un plan perfecto, habría resultado en un caos total. De haber tenido éxito, el orden mundial unido hubiese sido dominado completamente por el maligno. Hubiese causado la opresión de la mayoría a manos de una minoría, en lugar de crear una civilización magnífica que terminara con los problemas del mundo, hubiese levantado un sistema opresivo, forzando a los hombres y mujeres a ir en contra de sus conciencias.

El motivo por el cual Dios separó las naciones por medio del lenguaje, las costumbres y maneras de ser, era para lograr que los pueblos de la tierra experimentaran cierto grado de paz, y en esa paz buscaran de Dios. Ojalá que hubieran vivido de tal manera para ser dignos de heredar la vida eterna en las naciones.3 La separación deliberada de los hijos de Noé y sus familias, mencionada en Genesis 10 era una prueba. Dios quería ver quien se levantaría e intentaría disolver las naciones; mezclando las diferentes culturas en una sola, con el fin de tener dominio sobre ellas. Los hombres siempre han sabido en sus conciencias aquello que es correcto, pacífico y bueno. Es instintivo. No debían traspasar los límites que Dios había proveído. Aquellos que pasaron la prueba, se quedaron dentro de los límites que Dios había establecido. Aquellos que no, intentaron forzar a la gente a cruzar las barreras raciales y culturales, causando así, gran contienda, envidia y odio. Las guerras, derramamiento de sangre e inmoralidad fueron el resultado del egoísmo y la incapacidad de los hombres para vencer sus diferencias.

5,000 años más tarde, otro gran intento se pone en marcha para convertir el mundo a una cultura global, una en la que serán removidas todas las diferencias lingüísticas, religiosas y étnicas. Por medio de la globalización, el hombre continúa con el mal hábito de traspasar los límites como sus ancestros lo hicieron.

El tiempo del fin

Vivimos en tiempos en los que el conocimiento y el transporte se multiplican como nunca antes.
Muchos avances tecnológicos en esta era de la información han logrado casi lo imposible. El profeta Daniel predijo este particular tempo en la historia:

“Pero tú, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y el conocimiento aumentará.” (Daniel 12:4)

Esta profecía comenzó a cumplirse a mediados del siglo XX, por medio de tratados como TLCAN, OMC, GPS y la internet, junto con los avances sin precedentes en la industria de las telecomunicaciones. Esta iniciativa humana gigantezca, esfuerzo impío, es obra del anticristo. Al anticristo se le dará el crédito de este acercamiento falso, entre las naciones, logrando así, obtener el dominio sobre el mundo entero. La unidad mundial, por medio de la alianza entre los gobiernos y las religiones ecuménicas son un contraste muy claro para la unidad del reino que se menciona en Daniel 2:444. Daniel 2:285 profetizó que ocurriría en los últimos días. Ninguna cultura ha visto o vivido en días como estos en que vivimos hoy.
La sociedad global que las naciones tratan de construir actualmente, va a ser destruida, así como fue destruida la torre de Babel. La dispersión de Génesis 11:4 ocasionó la diversidad cultural, y de costumbres que Dios ha mantenido a través de ña historia de la humanidad. Es bueno mantener separadas las culturas (y las religiones también) en un mundo caído como el nuestro. Aunque satanás ha estado trabajado en destruir la conciencia del hombre a fin de lograr que éste traspase los límites establecidos.

El levantamiento del Gobierno Mundial

La idea de un gobierno mundial ganó su aceptación cuando la ONU fue establecida al terminar la segunda guerra mundial. Otras organizaciones mundiales, como el Movimiento Socialista Mundial, se formó también, en 1940. Muchos hombres, Albert Einstein por ejemplo, abogaban que un control internacional del poder militar garantizaría la paz mundial. Consideraban los asuntos para formar un gobierno mundial, debatían sobre los poderes que tendría y sería el árbitro para disputas entre naciones. Estos abogados del gobierno mundial querían hacerse con el control militar, específicamente controlar las armas nucleares.

En esos tiempos, alrededor de 1950, el gobierno que ellos imaginaban, con enormes poderes administrativos y coercitivos para hacer cumplir su voluntad, no se puedo llevar a cabo. Pero actualmente, en este siglo XXI, nos encontramos mucho más cerca de que acontezca.
Hoy podemos ver como los gobiernos del mundo occidental trabajan juntos, utilizando sanciones económicas y boicots como métodos de control y coerción. Más y más nos acercamos a un gobierno que acabará con la independencia de las naciones y de los individuos.

Hay algunos que se oponen fuertemente a los acuerdos internacionales que afectan la soberanía de las naciones en temas ambientales, de comercio y finanzas. Pueden sentir en sus conciencias cuales serán los resultados de tales cooperaciones. Y a pesar de que han luchado fuertemente por preservar dichos límites de la conciencia, están perdiendo la batalla. Desde el fin de la guerra fría el comercio internacional y las corporaciones multinacionales se han expandido a una escala que no puede ser detenida. Por medio de organizaciones tales como el TLCAN y la OMC, las naciones se disponen a sacrificar su soberanía por los beneficios del incremento en comercio y seguridad, participando así en acuerdos multinacionales. Aunado a esto, la ONU ha asumido un rol más central en política global desde el final de la guerra fría. Por culpa de las guerras libradas durante el siglo XX, gran crédito se le ha dado a la iniciativa para formar un gobierno mundial, esperando así, que se garantice la paz en todo el mundo.

Cuando el gobierno mundial absoluto obtenga poder, no existirá verdadera libertad para que los individuos permanezcan fieles a la voz de sus conciencias. La libertad para elegir será removida. El gobierno mundial no permitirá que la gente elija su propio gobierno. La idea de “Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” será abolida. En su lugar habrá un sistema mundial de Gestapo. El planeta se convertirá en un único estado policíaco.

La generación que da el grito por la globalización, para terminar con los problemas del mundo, es una generación egoísta y arrogante. Para nada diferente a la generación que Nimrod convenció para edificar la torre de Babel. Es una generación que ignora el deseo instintivo del hombre por vivir con personas de mentalidad similar, de vivir en vecindarios con personas de la misma cultura y origen étnico. Esta es una generación que se pregunta porqué hay un crecimiento constante en los problemas sociales, económicos y políticos; a pesar de que se lucha con todo para resolverlos traspasando los límites antiguos. Aquellos políticos que producen alianzas entre culturas distintas para unirlas, son precursores del anticristo.

Las naciones deben imponer leyes y sanciones para mantener el orden en una sociedad multi-cultural.

El multi-culturalismo presiona a la gente a traspasar los límites e ir más allá de las leyes naturales, obligándolos a ser uno con vecinos que ni siquiera hablan el mismo idioma o comparten la misma cultura. Va más allá de la manera que Dios quería que los hombres vivieran, en naciones separadas por su propio bien y seguridad.

El multi-culturalismo

El multiculturalismo incrementa los asesinatos, crímenes y prejuicios. Va más allá de la naturaleza del ser humano. Impone demandas imposibles sobre la gente; amar a otros que son diferentes, social y culturalmente. Es antinatural, obliga a la gente a ir en contra del conocimiento instintivo. Se nos dice: “No a la discriminación.” A pesar de que la discriminación es vista como algo perverso, es innato en una persona la prerrogativa (derecho) a segregarse.

Si la raza humana hubiese permanecido unida durante la era de la torre de Babel, la globalización hubiese ocurrido más temprano.

Los líderes de aquella generación se hubieran apoderado de las riendas de la historia y no hubiera habido fin a su rebelión contra Dios. Así como en aquellos días, la globalización de hoy es un intento arrogante por reemplazar y excluir el reno de Dios. Es un atentado satánico por tomar control de la tierra con un gobierno-mundial-unificado.

En estos tiempos, se va a necesitar el testimonio de un pueblo unido, de cada tribu, nación y lengua, para alertar a los habitantes de la tierra de lo que está por llegar. En estos últimos días, nada detendrá a la globalización. Debe surgir una nación nueva que demuestre que solamente en el Mesías los pecados, pueden ser perdonados y estas barreras antiguas han sido derribadas para que todas las naciones y culturas puedan convivir juntas bajo la misma unidad económica que ratifica la justicia de Dios al mundo entero. Este testimonio es lo que prueba que Dios, el Creador de todo, envió a su hijo, Yahshúa, para salvar al mundo de la destrucción. Este testimonio revelará la única forma legítima para que las personas puedan vivir juntos y así poner un fin a la destrucción de la tierra.

 

1Génesis 11:4 Traducción propia.

2Hechos 17:26 - 27

3Mateo 25:31-34

4 Y en los días de estos reyes, el Dios del cielo establecerá un reno que nunca será destruido; y el reino no será dejado a otro pueblo; sino que quebrantará y consumirá todos estos reinos y permanecerá para siempre.

5Pero hay un Dios en el cielo que revela misterios, y ha dado a conocer al rey Nabucodonozor lo que será en los últimos días. Tu sueño y la visión en tu mente cuando estabas en tu cama fueron estas...