Estaban dentro de sus casas
Si alguna vez te has preguntado cual es el verdadero significado de ese día llamado Pascua, aquí te lo contamos:
Yahshúa1, nuestro "Cordero de Pascua", resucitó de entre los muertos, demostrando que Dios había aceptado su sacrificio por nuestros pecados, pudiendo así liberarnos de la muerte eterna.
Los israelitas de la antigüedad debían de recordar siempre lo que les había sucedido en Egipto, en aquel tiempo que tuvieron que resguardarse dentro de sus casas, después de haber impregnado con la sangre de su mejor cordero los postes y dinteles de sus puertas, y esperando que el ángel de la muerte pasara por encima. Fue un acontecimiento que debía de transmitirse a las generaciones futuras. Todos los años debían elegir su mejor cordero de aproximadamente un año, sin defectos, y llevarlo a los sacerdotes para ser sacrificado. Debían poner sus manos sobre el animal y recordar que la muerte del animal era a cambio de sus vidas, y también para nunca jamás olvidar de que habían sido esclavos, y que la muerte inocente del cordero los había liberado, ya que después de esta plaga mortal, pudieron salir de Egipto y viajar a la tierra que su Dios les había prometido.
Después de que pasaran varios siglos, Yahshúa, el Cordero de Dios, validó definitivamente, a todos los corderos inocentes sacrificados. Para entonces, muchos habían olvidado quiénes eran y para qué vivían. Compraban un animal en los patios del templo, sin importarles su condición, para un "sacrificio" que se había convertido en un ritual, una forma con la que la mayoría se conformaba, sin darse cuenta de la seriedad del asunto.
Pero para unos pocos no era así. Todavía algunos conservaban en el corazón lo que se les había transmitido fielmente de generación en generación. Eligiendo el mejor animal de su rebaño, lo sacrificaban y recordaban que muchos años atrás habían sido liberados de la muerte y la esclavitud. Recordaban la señal de la sangre del cordero en las puertas de sus casas y la historia detrás de ello. Para estos pocos, la vida de Yahshúa, el Cordero de Dios, tocó sus corazones. Sus palabras eran la libertad para sus almas. Buscaban algo verdadero y real; una vida libre del egoísmo que plagaba sus vidas.
Cuando Yahshúa fue sacrificado en el momento de la fiesta de la Pascua, los sinceros sabían que Él era el verdadero Cordero de Dios. Él se había convertido en el “sacrificio” para rescatarlos de la muerte y de la esclavitud de sus vidas vanas y egoístas.
Aquello que aconteció en Egipto años antes, fue figura de lo que estaba sucediendo en ese momento. Ya no había necesidad de continuar con más sacrificios en vano, el sacrificio de Yahshúa era suficiente, éste representaba el gran amor que Dios tenía por su creación más elevada. Él pagó el precio para rescatarlos de la muerte.
Aquellos que realmente entendieron el mensaje comenzaron una vida nueva. En la fiesta de Pentecostés, después de escuchar el testimonio de aquellos que habían creído en el sacrificio de su Maestro y amigo, 3,000 de ellos clamaron en las aguas del bautismo para ser perdonados de sus pecados y ser salvos de aquella perversa generación.
Todos los que creían vivían juntos vendieron sus posesiones y compartían todo en común. Les encantaba estar juntos, aliados para siempre, sabiendo muy bien lo que Yahshúa les había enseñado; amarse unos a otros como Él los había amado, entregando su vida por ellos.
La diferencia ahora es que el cordero sacrificado, resucitó, estaba vivo ya que la muerte no pudo retenerlo, al no haber nada de egoísmo en Él.
Esta vida en comunidad se encuentra descrita en el libro de Hechos en la Biblia, capítulos 2 y 4, pero con el paso del tiempo, al igual que al comienzo de esta historia, se olvidaron de lo que su Maestro había comunicado a sus corazones, y solo unos pocos mantuvieron su primer amor y la vida que se les había mostrado, de manera que los rituales comenzaron de nuevo, y la fiesta pagana de la Pascua reemplazó a la Pascua auténtica. No tenía nada que ver con lo que había sucedido aquella noche en Egipto, hacía ya mucho tiempo.
Este año hemos vivido una "Semana Santa" muy especial. En medio de la situación que toda la humanidad está viviendo con la aparición de un virus microscópico, y obligados a estar DENTRO DE NUESTRAS CASAS para estar protegidos ¿faltará algo en nuestras puertas?
Si estás en casa y te preguntas si hay algo mejor y más profundo que podrías hacer con tu vida, esta historia puede ser el comienzo de la respuesta a tus preguntas. Nosotros, como tú, estamos dentro de nuestras casas, pero tenemos la esperanza y la certeza de que hemos "pintado nuestras puertas con la sangre del Cordero de Dios" que hace posible la vida de amor y unidad que Él trajo a la tierra; la vida para la cual, los seres humanos fuimos verdaderamente creados.
Cada año esperamos con anticipación el festival de la Pascua, que tiene un profundo significado en nuestras vidas, ya que también hemos sido liberados de "Egipto", o sea; de la esclavitud de vivir para nosotros mismos y para satisfacer nuestros deseos egoístas. Hemos sido perdonados de nuestros pecados, que es el egoísmo, y este perdón es lo que sostiene nuestras relaciones y nos permite vivir los unos por los otros, cumpliendo el propósito para el que fuimos creados los seres humanos.
1Yahshua es el nombre original en hebreo del Salvador, llamado Jesús en la mayoría de las traducciones de la bíbia al español.